viernes, 3 de septiembre de 2010

Más vale sola que mal acompañada


Soy una mina solitaria, Bah… no es que no tenga amigos, tengo muchos y muy buenos, pero me gusta estar sola bastante, me sirve de training para pensar, potenciar mi creatividad e imaginación y sobre todo para evadirme del mundo… pero tampoco la boludez… hace casi dos semanas que estoy sola full time.
No es que no conozca a nadie acá, a ver, si, no conozco a nadie acá desde hace mucho. Tengo la típica familia exiliada desde hace años en España, esa de la que te enteras que tenés cuando estas por viajar: “Hay pero si vos tenés un tío tercero por Barcelona, ya lo voy a llamar” o “El hijo de la peluquera que le hace el carré a tu primita está en Asturias” Es verdad todo muy lindo y todos muy amables y atentos, pero a mí me cuesta entrar en confianza con la gente, y más cuando son “familia” y tenés que interpretar un papel.
Así que estoy solari solari, no tengo quien me acompañe al centro, a la playa, a tomar un café o un helado dominguero, quien me saque fotos para caretear por facebook, nada.
Al principio no me molestaba, por esta tendencia que siempre tuve hacia la soledad, pero a una soledad prácticamente sana: a disfrutar cuando estaba sola en casa, a sentarme en el jardín para que me diera el sol y pensar, a caminar por mi barrio sin nadie que me apurara ni detuviese, a poder escribir en silencio sin que nadie me interrumpiese con boludeces, con unas horas de soledad al día me basta y sobra para poner mis ideas en claro y estimular mi imaginación y autoestima.
Pero esto de estar sin nadie con quien hablar o con quien compartir un minuto de tu vida no me gusta nada, como sola, duermo sola, paseo sola, fumo sola…
Lo peor es que la gente acá es diferente, que se yo, el otro día en un desesperado intento de entablar una conversación para nada existencialista con alguien me subo a un taxi (un tachero no me puede fallar) empiezo con lo típico “¿Vio que empezó a refrescar? Espero que el clima se mantenga así, porque con los calores de la semana pasada no se podía estar” y el caradura ni me mira (ni siquiera por el espejito) y me dice ajá… un taximan que se muestra hostil ante un poco de conversación es un impostor, un fraude, pero el tipo siguió en sus trece y no me dijo un mu.
Otra estrategia fue la de hablar a atención a clientes de Zucaritas de Kellogg’s, pero a los 5 minutos ya se dan cuenta de que los estas boludenado (lo mismo pasa con los call center de teléfonos celulares, nutella, profilácticos etc.)
 Así que señores no solamente estoy sola, sino que ahora también soy patética: soy una ermitaña a la fuerza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario