martes, 5 de octubre de 2010

No todos los Néstor son forros, mafiosos e hijos de puta

El que dijo que el peor dolor es el de muelas, es porque nunca le salió una Ulcera en la cornea.
Antes de ayer tuve la peor experiencia desde que llegue a España, la pasé muy mal, pero mal de verdad, por lo general yo la paso peor con el dolor físico que con el emocional (lo aclaro, porque hay gente rara a la que la cosa le pasa al revés)  pero ya recuperada les puedo contar lo que pasó y como un simpático canario me salvo la vida, digo la vista.
Estaba en Gandía (un pueblo de Valencia, donde queda mi facultad) en la clase “grabación y edición de sonido” y mientras que el profesor (que está más fuerte que la casa del tercer chanchito) exponía que el oído humano escucha desde 20 a 20000 Hz, empecé a ver borroso de mi ojo izquierdo: “Lentes de Mierda” pensé, me retiré de clase con la mayor discreción y elegancia que pude reunir y me dirigí al WC. Me quité la lente, y me di con que era mi ojo  el que veía para el culo, quiero decir más de lo normal.
Paulatinamente comencé a sentir un ardor, un dolor agudo y punzante que con el devenir de los minutos se intensificó hasta convertirse en insoportable.
Me senté en un banco con el estrés de estar completamente ciega (no podía ver del otro ojo tampoco, ya que no lo podía mantener abierto sin que me doliera el enfermo)
En ese momento de ceguera y desesperación, se me acerco un muchacho a quién nunca había visto en mi vida, quien me ofreció acompañarme hasta la enfermería (que queda en el piso de arriba) la cual estaba cerrada, es que en Gandía te podés enfermar hasta las 13:30 nomas.
Así que me llevó, a rastras, al centro de salud más cercano, donde se me acerca una enfermera, con cara de desiquilibrada mental,  con una jeringa y unas gotas naranjas, en ese centro, sin embargo no había oftalmólogo. Así que me vendó el ojo y me derivó a un oculista en Valencia
El chico, Nestor se llamaba, se ofreció a acompañarme a hasta Valencia (a unos 50 km) en tren, yo a ese punto ya estaba histérica, me lagrimiaban los dos ojos y no podía ver absolutamente nada.
En ese estado, este buen samaritano me acompañó hasta el hospital más cercano (La Fe) Lugar al que ingresé en silla de ruedas y sin seguro médico.
Como a la media hora, me hicieron pasar al “box 11” donde una mujer tuvo que hacer magia negra para poder abrirme el ojo, me lo revisó por unos pocos segundos y dio su veredicto:
-          “Madre mía te has hecho una Ulcera”
-          (Bueno, sacámela y listo)
Situación que me vendó el ojo de una manera tan estrambótica que parecía que me había arrollado el 118, me recetó un millar de medicamentos y me envió a casa
Mi ángel de la guarda me acompañó hasta Torrent, donde vivo, que será a unos 15 km de Valencia y luego me llevo cual perro lazarillo por el km y medio que hay desde la estación hasta mi casa, todo porque yo no quise pagar un taxi.
Lo intenté llamar varias veces desde entonces para agradecerle, pero no me atendió el teléfono.  


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